Fotografía del impedimento
La expresión del hecho de que no hay nada que expresar, nada con que expresar, nada a partir de lo cual expresar, ningún poder para expresar, ningún deseo de expresar y, al mismo tiempo, la obligación de expresar.
Samuel Beckett
El arte contemporáneo parece haber respondido en los últimos años al viejo conflicto de la representación de la realidad, de la relación entre objeto y sujeto, a través de la autorreferencialidad, la ironía (cuando no el sarcasmo) y una cierta frialdad no exenta de resentimiento ante la imposibilidad de los “grandes relatos”; opciones éstas muy válidas, pero que parecen encaminarlo, a nuestro juicio, a un estrechamiento de miras, del decir y del comunicar que podría acabar en ombliguismo o en callejón sin salida. Esta obra que se presenta invita a volver a mirar hacia el mundo sin miedo, a aprovechar la imposibilidad de expresar algo expresándola, a realizar la paradójica acción de compartir una soledad y un fracaso. A medio camino entre el reportaje y la fotografía de autor, asumiendo explícitamente esta dimensión a un mismo tiempo colectiva e individual de todo arte, la presente obra explota a su manera lo que ya los narradores del siglo XIX supieron enseñarnos: que la descripción de los espacios que habita el hombre, que su mirada, nos dice tanto o más que las declaraciones de éste. Dejar a un lado el viejo conflicto objetividad-subjetividad y volver a sumergirse en el mundo es su primer compromiso; aceptar que el ojo es siempre un objetivo fotográfico, un filtro, un velo ante una posible realidad, pero no por ello dejar de utilizarlo. Convertirse en cierto modo en algo parecido a un corresponsal de guerra de nuestro propio espacio cotidiano y lograr, con la inmediatez que nos proporciona la fotografía lo único posible: un testimonio, un diario, la expresión de una mirada; las fotografías son objetivas y subjetivas a un mismo tiempo, la forma es contenido y el contenido forma de manera inseparable, y así debe ser aceptado.
Juan Pablo Diaz Chorne